miércoles, 14 de noviembre de 2012

Fuego, por PP


Fuego
Por PP

Hacia 1943  en la zona de restaurantes del embarcadero de Nativitas hoy llamado Zacapa, existían cuatro grandes restaurantes que tenían en común que casi toda su construcción era de madera; eran muy visitados por los paseantes y en ocasiones especiales recibían a grandes contingentes que celebraban algún acontecimiento importante. Todos estaban al borde del canal por lo que tenían escalinatas de cemento para abordar las canoas, cuando así lo deseara el visitante.
Al norte se localizaba el Miramar, que cambio su nombre a “María Candelaria”, porque en sus inmediaciones se filmó la película de ese nombre, protagonizada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz  fotografiada por Gabriel Figueroa y dirigidos por Emilio Fernández, película tan famosa que ganó la “Palma de Oro” de Cannes Francia en 1946.
Le seguía el  restaurante las “Flores” regenteado por un oaxaqueño de apellido Neri. Este establecimiento recibió la visita en 1945 de aproximadamente un centenar de pilotos aviadores que habían combatido el Luzón Filipinas junto con los integrantes del Escuadrón aéreo 201,  formado por pilotos mexicanos.
Metros adelante se ubicaba el restaurante “Amapolas” cuyo dueño era el señor Enrique López. En algún momento desde aquí se transmitió por radio varias veces, un programa matutino en donde intervenía una banda de música y un conjunto de actores que se hacían llamar “Don Celso Boquerones y su hijo el naranjero”; la estación trasmisora era la X E W  “la voz de la América Latina desde México” según sus locutores .Y en otra ocasión fue visitado por  Mario Moreno conocido mundialmente por  “Cantinflas” que acompañado por deslumbrante y guapérrima rubia bailaron un blues en donde Mario Moreno no utilizó sus estrafalarios pasos de baile.

Finalmente se encontraba el restaurant “Manantiales” llamado así porque literalmente tenia frente a sí, un gran manantial. Su dueño era don Pepe González un español restaurantero que se había afincado en Xochimilco.  En el canal adjunto al restaurant en 1947 se filmaron algunas escenas de la película “Los tres caballeros” en donde uno de ellos era “Pepe Carioca” quien visitaba Xochimilco en su periplo alrededor del mundo. Como la película iba a ser de dibujos animados, en una escena más de veinte dibujantes trazaban a  gran velocidad  los distintos movimientos  que una vendedora de flores realizaba al bogar frente a ellos en una minúscula “chalupa”.
 En otra ocasión un “gringo” a todas luces exitoso,  vestido con elegante traje negro y camisa blanca cuyo cuello no cerraba por el grosor de su cuello, pidió que los empleados del restaurant subieran a una canoa las mejores comidas y bebidas  que pudieran tener, y mientras esto sucedía el norteamericano dijo a dos personas que hacían las veces de sus edecanes, que organizaran entre los presentes  una carrera y que el vencedor ganaría cien dólares. Al entregar el premio prometido, sacó del bolsillo derecho de su pantalón, un grueso fajo de billetes, cogió uno de cien dólares y con una sonrisa bonachona y cara sonrosada, entregó el premio.
Lucha Reyes una de las más famosas cantantes folklóricas de su tiempo, también fue a cantar al “Manantiales”  a un gran número de comensales que se habían reunido para celebrar un acontecimiento relevante. Mientras entonaba la “Tequilera” , sorbía de un vaso, dando grandes tragos, un líquido trasparente, a la vez que su cara, picada por la viruela, se contraía ostensiblemente.
También era escenario de suntuosos bailes de gala en donde los caballeros deberían de asistir de riguroso traje negro  y las damas de traje de “noche” y se bailaba al ritmo de las más famosas orquestas de México; Luis Arcaraz, Pablo Beltrán Ruiz y muchas otras de igual renombre.
El Miramar ha desaparecido totalmente, Las Flores apenas si sostiene con gran trabajo, una gran techumbre que amenaza venirse abajo  en cualquier momento. Del “Amapolas” no queda ni el menor rastro, solo el Manantiales está en pié, aunque su estructura no es la misma, ya que en 1956 se incendió e hicieron uno totalmente nuevo.
Pepín González  era el hijo del dueño, de carácter afable y muy sociable desde niño era nuestro amigo y multitud de veces nos invitó a desayunar a  su negocio y era cosa de ver a una turba de  chicuelos, muchos de ellos sin zapatos y los pies colgando, sentados en una mesa esperando que los meseros les sirvieran un opíparo desayuno.
Cuando el restaurante se quemo,  ya éramos unos mocetones que trasponíamos los 20 años  pero seguíamos siendo amigos de Pepin y junto con él consternados e impotentes contemplamos como el restauran era consumido por  unas enormes lenguas de fuego que se levantaban a gran altura provenientes del sector de la cocina; al  mismo tiempo que salían corriendo despavoridos del edificio en llamas  dos hombres y una mujer:¡eran los cocineros¡ quienes a grandes voces contestaban a quienes querían saber qué había sucedido, que el fuego se había iniciado en un gran sartén en el  que habían vertido aceite comestible el que al contacto con el fuego de la estufa levanto una gran flama que alcanzó del techo de la cocina que era de lámina de cartón  por lo que el fuego se propagó rápidamente a los demás sectores del edificio .
Alguien corrió rápidamente al restaurant Amapolas para que le permitieran llamar a los bomberos, pero para poder hacerlo primero tuvo que preguntar si tenían el servicio de “Mexicana” o de  “Erikson” que eran las dos compañías de teléfonos que  brindaban sus servicios a los no numerosos usuarios. Pero esta dualidad propiciaba que la comunicación por teléfono tardara en establecerse porque el que contestaba debía tener contrato con la misma compañía, de lo contrario la comunicación nunca se obtendría. Otro factor que influyo para que el restaurant se quemara totalmente, fue  la tardía  llegada de los vulcanos, ya que la estación de bomberos más cercana, se encontraba en Tlalpan y llegar al incendio les llevó más de 40 minutos, por eso cuando arribaron, casi todo el restaurant había sido consumido por el  fuego, sin embargo trataron de controlar el incendio para que no se propalara y el contenido del tanque de agua que traían consigo, rápidamente fue arrojado a las llamas sin que estas cedieran mayormente , entonces trataron de que la manguera que abastecía al carro tanque, llegara al manantial  pero no alcanzó porque gruesos árboles le impedían su acercamiento en línea recta. Entonces se pensó tomar agua del canal cercano, pero cuando pudieron  hacerlo, el fuego había consumido totalmente al restaurant.
Junto a Pepín veíamos azorados la dantesca escena y rumiábamos nuestra impotencia ante el hecho de no poder luchar contra el fuego. Su padre que se encontraba cerca de él, asumía una actitud de incredulidad y enojo   mientras mascullaba en voz muy baja, casi inaudible “esto no es el fin, volveremos a empezar”.
Hoy el nuevo restaurant está hecho de hormigón armado, su estructura tiene una forma muy peculiar, en vista de satélite tiene la forma de una  flor de loto, flotando en el agua; tiene un aforo donde caben sentadas 1000 personas, una pista de baile y un estrado donde se colocan las orquestas, todo esto  en un espacio libre de columnas intermedias que dificulten el libre tránsito de los asistentes o para sostener el techo.
 Lo diseño un  famoso arquitecto español, amigo de don Pepe, llamado Félix Candela, quien en 1939 llegó a México como exiliado político y quien entre otras muchísimas obras alrededor del mundo diseño el Palacio de los Deportes para la Olimpiada en México en 1968 y el  “L oceanografic” de Valencia España que es una réplica del restaurante. 
Sigue en funciones, pero solo da servicio los domingos, día en que se baila danzón, o entre semana en eventos especiales, como la visita de ingenieros y arquitectos  de nacionalidad mexicana y extranjera que vienen a conocer físicamente el edificio y a comentar  los detalles técnicos de su peculiar arquitectura.  Pero  ni don Pepe, ni su hijo Pepin, están vivos para atestiguar que su nuevo restaurant se ha convertido en un emblema de Xochimilco.

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