Expresar las emociones, las opiniones, los avances que logramos en nuestro intento por conocernos y por conocer el medio que nos rodea, es una necesidad identificada y no siempre bien atendida. Inmersos como estamos en un contexto mayormente enfocado a la productividad económica y profesional, nos distraemos de la búsqueda de una expresión metabólica e intencionada que nos permita establecer contacto con nosotros mismos y con los demás. Esta falta de contacto redunda en actitudes de desinterés y alejamiento, de una “soledad colectiva” que, de no ser por los artistas, los filósofos y los estetas, terminaría por limarnos completamente hasta hacer de nosotros figuras geométricas con tendencia a la línea recta y el aplanamiento.
La intención primera de formar un taller de creación poética es, precisamente, la de construir un espacio donde los participantes se permitan y permitan a los demás buscar y rebuscar dentro de sí aquello que se quiere decir, que se quiere compartir. Sin embargo, conformarnos con esta primera intención sería menospreciar tanto el arte de la Literatura como el alcance expresivo y transformador que pueden tener nuestras palabras cuando son dichas con claridad. Es por esto que una segunda intención del taller será la de “armar” a los participantes con recursos estilísticos y formales que le permitan una mayor seguridad al tomar la pluma. Es muy importante subrayar que estas herramientas son precisamente eso, herramientas, y no anclas que limiten al creador a la obediencia acrítica de las reglas. De esta manera, lo que se pretende es mejorar la efectividad de los textos y aumentar la libertad consciente del creador.
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