Una historia de terror que no es un cuento
Esta historia de
terror no es un cuento, pasó y seguirá pasando si no hacemos todos algo ya. Un
grupo integrado en su mayoría por chicas adolescentes y algunas con un poco más
de veinte años preparó con gran entusiasmo y diligencia un viaje de una semana
para acampar en medio del bosque, cerca de la ciudad de México. Previeron y prepararon
lo necesario como lo han hecho otros grupos similares del Movimiento Juvenil
Cristiano (MJC) desde hace 50 años. Obtuvieron permiso de los padres de las
menores, rentaron autobuses, contrataron un seguro de gastos médicos por si
alguna de ellas sufría un accidente, eligieron un lugar para acampar en el
municipio de Iztapaluca y obtuvieron el permiso correspondiente, se allegaron
de equipo: estufillas, lámparas, lonas, casas de campaña, bordones, cuerdas, comida,
bebidas, ropa y otros materiales para permanecer una semana sin padres, ni
celulares, ni computadoras, a unos cuantos kilómetros de la carretera. Como
únicos vigilantes las acompañarían como otras muchas veces unos cuantos chicos
de su misma edad, que permanecerían cerca pero separados de ellas. Sería una
semana formidable; se habían programado juegos, retos, pláticas, lunadas, ceremonias
especiales alrededor del fuego, y mucha sana alegría.
Y así ocurrió durante
los primeros cuatro días. En la noche del cuarto día, el jueves, la violencia y la inseguridad que impera en este país las alcanzó como
ellas nunca lo imaginaron. Un grupo de aproximadamente doce personas, entre ellas
una mujer, irrumpieron en el campamento, golpearon a los chicos vigilantes que
no pudieron hacer nada contra las armas de fuego que los asaltantes empuñaban, permanecieron
algunas horas amagando a las chicas, sometiéndolas con disparos al aire,
amenazas y golpes, y robando sus pertenencias de valor, incluidos un par de
vehículos que se habían llevado para cualquier urgencia. Además, algunas de
ellas fueron violadas. Todo esto ocurrió como hoy ocurre en México, sin que nada
ni nadie pudiera impedirlo.
Después el grupo de
chicas y chicos llegaron hasta la casa más cercana, varios kilómetros del
campamento y pidieron ayuda.
La noticia fue
difundida por los medios el sábado 14 de julio y probablemente se perderá
como otros terribles acontecimientos que todos los días suceden en este país de
gran miseria material y ética.
El daño que estas
chicas sufrieron es enorme e incalculable, seguramente sus secuelas las
perseguirán toda la vida. Algunos dirán que ellas se lo buscaron porque en
lugar de aventurarse a ir a un campamento debían haber permanecido con sus
padres, encerradas en sus casas, detrás de algunos muros, cámaras de vigilancia,
cerraduras dobles y gruesas puertas de acero. Así como muchos vivimos en México.
Las chicas que
participaron en este campamento buscaban aprender y divertirse apegándose a
valores cristianos y prácticas sanas, realizando una actividad que implicaba
algunos riesgos y mucho trabajo, aunque ellas y sus padres consideraron muy
lejana la posibilidad de que ocurriera algo como lo sucedido. Seguramente
después de estos lamentables hechos tendrán que reconsiderar al menos las
condiciones de seguridad en las que se realizan estas prácticas.
En realidad, el único
error de estas chicas y el de sus padres fue haberle confiado su seguridad a
gobernantes, legisladores, jueces y servidores públicos que no están haciendo su
trabajo.
¿Por qué estas chicas
no pueden ir a un campamento como lo hicieron sus abuelos, sus padres y sus
hermanos mayores? ¿Es porque la inseguridad y la violencia no tienen límite en
este país? ¿Qué está pasando? ¿Por qué hay tal violencia e inseguridad? Es
claro que los gobernantes, legisladores, jueces y servidores públicos tienen
que asumir su responsabilidad y nosotros los ciudadanos debemos exigirles con
suficiente energía que la cumplan. Ya es tiempo que digamos basta, hasta aquí,
se acabó. En países bien gobernados las noticias de violencia son asuntos
extraordinarios y se reducen a los actos de enfermos mentales que en todos
lados habitan, pero aquí en México este tipo de noticias se dan a conocer todos
los días. Sin conmovernos escuchamos reportes de asesinatos, descabezados,
secuestros, torturas, amenazas, mutilaciones, asaltos y violaciones. Nos
estamos acostumbrando a vivir en este entorno.
Ya basta, queremos
para nuestros hijos y para nosotros otro país. Las autoridades responsables
deben hacer su trabajo y si no pueden hacerlo que permitan que los que sí
pueden hacerlo lo lleven a cabo. Ya basta de violencia e inseguridad en este
país.
El gobernador priísta
del Estado de México, Eruviel Ávila, ha prometido dar con los culpables.
Esperamos que así sea, y que no se le olvide esta promesa como se les olvidan
muchos asuntos a los gobernantes, y que los culpables reciban el mayor castigo
que prevea la ley.
No podemos seguir
viviendo atemorizados, ocultos en nuestras casas. No es posible que nuestras
hijas e hijos tengan que vivir siempre en la zozobra.
Gobernantes,
legisladores, jueces y servidores públicos deben hacer su trabajo, para eso
fueron elegidos, para eso fueron contratados.
Escribo todo esto como
padre de una de las chicas que participan en estas actividades (aunque ella no pudo asistir al campamento), porque estoy
enojado y triste por lo ocurrido, porque creo que no debemos seguir aceptando
que esto suceda. Ya basta.
Arturo Texcahua
Estimado Arturo:
ResponderEliminarLamento mucho lo ocurrido, duele lo que ocurre. Ahora les tocó a ustedes, otros han vivido una historia peor (se puede llamar así?), a nosotros nos sucederá. Quizá la literatura no alcanza.
Yo hago lo que puedo gritando contra la injusticia, escribiendo sin pena. Por supuesto que tenemos derecho a vivir en un México diferente, a tener sueños. En esta guerra que declararon los gobernantes federales contra el narcotráfico flota la corrupción y la mentira.
Qué dura es la noche; tarda, tarda en llegar el primer rayo del sol, pero estoy seguro que llega, más temprano que tarde. ¿Te acuerdas del principio de esperanza? ¿En qué puedo ayudar?
REciban un cordial saludo y mi solidaridad.
Kalu Tatyisavi
Arturo no encuentro palabras para poder darte consuelo, es muy fuerte lo que aconteció estamos viviendo una violencia incontrolable y como tu dices no pasa nada por que ellos cuentan con seguridad privada, con guaruras, con carros blindados y no están en nuestros zapatos viviendo esta situación.
ResponderEliminarYo he pasado por situaciones muy fuertes y doy gracias a Dios por seguir aquí por que el señor a si lo dispuso, como tu dices estas secuelas nunca se borran a la fecha las sigo sintiendo y me estremezco cuando las recuerdo, por que el que atentar contra tu integridad es muy fuerte.
El amor y el cariño sacaran adelante esta situación ten fortaleza y mucha fuerza de seguir adelante eres una persona con mucho positivismo y sobre todo el amor a Dios, yo se que todo esto lo vas a trasmitir a tu hermosa familia y juntos saldrán adelante.
Estoy contigo de todo corazón, Linda.
EL SALMO 23
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Espero que tu hija este bien por favor por cualquier cosa en la que te pueda ayudar... por si necesitas que se difunda en los medios de comunicación, recuerda que tengo amigos reporteros.. sólo avisame
ResponderEliminary si ya basta... la polítiica divide y por eso estamos como estamos...
un abrazo
y cuentas conmigo para lo que se necesite
Verónica Nagore