FANTASÍA Y CREACIÓN DETRÁS DE DIOS
Cae la noche en el corazón de Xochimilco, es el fin de un día caluroso, para ser exactos martes 14 de abril. No hay luna, en cambio sí, luces de auto alumbrando la noche. Luces que se alternan, blancas con amarillas; y dos semáforos en rojo. Un taxi dorado con su sello de la ciudad, es solicitado, la prisa de una joven con botas negras y blusa café lo detienen y lo abordan. Luego, el taxi se pierde en el sólido tráfico de este lado de la ciudad, el sur.
Avanza unas cuantas cuadras y después se detiene…vuelve a avanzar…se vuelve a detener y así se va perdiendo a lo lejos entre el estrés de las luces y en la ceguera de la noche.
Un grupo de personas se ha reunido en un café cerca de Dios, no a un lado, ni enfrente sino a su espalda… a la espalda de Dios. Ese lugar es el refugio de quienes le escriben a la vida real y a la subjetiva, a la mujer, al hombre, al tiempo, a la alegría, al dolor…son amantes de las letras. Este lugar les brinda techo, calor, alimento y un poco de poesía y desvarío. Allí, en mitad de la noche y de una avenida, se reúnen “la cohorte de poetas, los lectores asiduos u ocasionales y hasta los que vuelan”. Justo, aquí, hace parada el taxi dorado y desciende la joven quien desea desquitar la demora del tráfico y exprimirle una jugosa experiencia a la noche. Ha llegado a la mitad de la plática, pero pronto retoma el tema y las ideas que, anteriormente, se pusieron como hilos sobre la mesa, van bordando un mantel interesante; luego, éstas mismas ideas evolucionan, se transforman y adquieren el papel de progenitoras de un proyecto. El cual, con dos tazas de café, una cucharada de calhúa, otra de amaretto, una que otra aceituna, dos onzas de creatividad y con las manos y ojos de estos poetas y críticos se comienza a preparar una exótica bebida con la que se pretende deleitar a otras generaciones.
Después una silueta conocida se acerca y en su rostro se dibuja el estrés de atravesar la ciudad, pero también la satisfacción de haber llegado a tiempo para ponerle un poco de su esencia a esa nueva bebida.
Pronto, conduce ambas manos hacia su costado y de una mochila verde saca un engargolado negro del que saltan duendes en forma de poemas. Comienzan a danzar alrededor de la mesa, juegan ante los ojos de los nueve allí reunidos. Se burlan de ellos y aunque, por un instante los toman entre sus manos, se les escapan entre los dedos para regresar a las manos de su creador. Éste, con cierto brillo en las pupilas, los detiene y selecciona uno que otro para recitarlos… el bullicio de la mesa se apaga... el silencio le abre paso a esos duendes de palabras.
El tiempo apresura la experiencia y no da para terminar la bebida que se ha comenzado. Los duendes sólo estuvieron de paso, salieron, jugaron, se escondieron y se esfumaron junto con su creador.
A tan sólo una hora de que el día termine, surge la necesidad de culminar la noche con algún tema que les lleve a la introspección. Así, las preguntas, que días antes fueron formuladas, esta noche, retoman el centro de la mesa: “¿Qué es la poesía?, ¿por qué escribir?, ¿qué se busca con ella?”. El silencio entra, nuevamente triunfante y en la frente de esos ocho reunidos, se imprime un aire de seriedad. Esto es señal anticipada de varias respuestas sinceras que comienzan a borbotear en sentido contrario a las manecillas del reloj.
Sin embargo, la flama del tiempo se extingue, así que la bebida que comenzó a prepararse en aquel café, tuvo que quedar inconclusa, con la promesa de terminarla dentro de cuatro días. A lo mejor, ya en frío, adquiera un mejor sabor.
México D.F. a 14 de abril del 2009
3ª cita del Colectivo Trajín
en “A la espalda de Dios”, café.
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