Vándala, presuntuosa irrespirable, la Ciudad de México, la vida cotidiana en sus rincones, la desorganización de sus calles, los viajes indispensables para arribar en punto a la escuela a pesar del tráfico, la gente aprovechada y la agotadora lucha contra éstos y más inconvenientes urbanos, es lo que impulsó a Antonio Alonso Catalán a escribir su Romancero ciudadano. Con una visión crítica de la sociedad, la ciudad misma y nuestro país en general, y un tono que va de lo humorístico a lo burlón, pasando por la ironía, el sarcasmo e incluso la insolencia, nuestro poeta tuvo que elegir la forma más apropiada para deshacerse de sus quejas (que a tod@s nos aquejan). Había que jugar con las palabras, con el ingenio para decir ligeramente lo que es profundamente pernicioso, y muy acertado fue que, entre los cantos populares como las décimas, los corridos, los refranes, haya seleccionado el romance con sus musicales octosílabos y rimas asonantes traviesas, que además de cantar, divierten, incomodan y desenmascaran. Y como nuestro escritor afirma: “Creo que una de mis mayores búsquedas en este libro fue justamente incomodar, burlarme, ser un pequeño mosquito en quienes se den cuenta que les queda el saco”.
Andrea Montiel
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