Éric Marvaz ha construido una novela de desalientos, un mundo de
grotescas fascinaciones donde Rebeca, Parcero, el falso Octavio y otros
personajes coinciden en un tiempo de incertidumbres y soledades, cruzan
sus caminos por el centro de un espacio opresivo por el que transitan
aferrados al alcohol y las drogas, atrapados por circunstancias
adversas, regidos por un código de mentiras y pesadillas, sumidos en el
fugaz deleite de sus carnes.
La historia recorre la vida de una mujer de todos, que transgrede
límites en busca de un sueño imposible: el amor. "No sabe estar sola,
siente que algo le falta". Sometida por este propósito perderá a sus
hijas, tocará el fondo de la inmundicia y como un ciego deambulará
palpando con sus temores, al mismo tiempo, la piedad y los abusos.
Más allá de la crítica social, desprendida del mundo lumpen de la
prostitución de baja ralea, adherida, sin duda, a estos personajes
marginales, en esta novela hay existencias tan fallidas como la
esperanza. Y detrás de todo, la desolación y el sexo como medio de
resistencia.
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