Tareas para el
hogar
(Respuesta a un listado de lecturas feministas
publicadas en la revista Icon, de El País)
Por Genoveva Arcaute
Ya se sabe que
las tablas, tanteadores y orden de mérito de los productos culturales son
atractivos pero opinables. Estas últimas semanas ha habido una lista en especial
que me ha visitado desde unos cuantos muros amigos, que he compartido con algún
comentario zumbón y esas cosas. Ya se sabe también que por más pasatistas y
domingueros que sean esos trucos periodísticos, puede ocurrir que te dejen
pensando, que te encuentres en ratos de ocio repasando eso que leíste con un
ojo solo y te pongas a responder, a corregir, a ampliar. Que sea tema de alguna
de tus conversaciones o de tu misma escritura.
Se trata del
rankin de la revista Icon del diario español El País (https://elpais.com/elpais/2017/09/26/fotorrelato/1506454734_549552.html)
titulado Diecinueve libros escritos por mujeres que deberían leer los hombres. Busco
firma, sólo está la de algún fotógrafo, así que me queda la duda acerca del
lugar, M o F, que ocupa el autor. Que anda a las apuradas porque sólo anota un
párrafo por cada uno, justificando el formato galería, que llaman
“fotorrelato”.
Abre con un
clásico e insoslayable El segundo sexo que no podemos ni debemos discutir. Que
los varones vayan y lean. Pero también parece un tanto obsoleto, a menos que
estemos en un programa sobre la historia de las ideas feministas. Proponemos la
lectura más actual de autoras posfeministas, como se da en llamar a la actual
camada de pensadoras (también se ha optado por la denominación de feminismo de
la diferencia) que de alguna manera desmienten algunos postulados de Simone y
anclan sus definiciones en lo irreductible de la biología que abre, con la
posibilidad de concebir, y parir, un abismo de percepción, sensibilidad e
intelecto entre varón y mujer. Pondríamos entonces a Luce Irigaray, Judith Butler,
Hélène Cixous, Paul Preciado o Virginie Despentes en este rubro. Las más
divertidas: Isabel/Paul Preciado (Testo
yonqui) y Virginie Despentes (Teoría
Kincon, y la novela Vernon Subutex,
cuyo protagonista masculino debería ser pasto de lectura masculina).
Vayamos a la
ficción, por favor y subrayemos una que otra elección. El cuento de la criada lo aprobamos con entusiasmo. La construcción
de una utopía negativa, como todas ellas arbitraria e inhumana, es un arduo
trabajo. Hay que resolver y explicar cómo se llega allí, qué vigencia tiene la
verosimilitud científica y cuáles son los comportamientos de los grupos
sociales. Atwood lo resuelve tan bien como Huxley, mejor que Orwell, pero no
logra la poesía democrática de Bradbury. Hoy se ha redescubierto esta novela,
la vemos hecha serie, como vimos Hijos de
hombre de P.D. James, otra anticipación femenina. Valga decir que
agradecemos –nosotras- el foco en la reproducción que aplican ambas.
Vamos a obviar
los relatos de vidas reales como el de Cheryl Strayed o las biografías de
mujeres en culturas opresoras y mutiladoras. Las vidas excepcionales no se
valoran por género si no por esa misma categoría de hazaña, de colmo de dolor e
injusticia, de cosa o persona extraordinaria. Vamos por la épica del ser
devaluado, decadente, vicioso y abandonado, imaginado por un escritor,
Por eso
reemplazaríamos el de Maya Angelou, que escribe su propia vida, la historia de
superación como niña negra humilde que pasa todas las limitaciones hasta
convertirse en la autora de esos episodios, reconocida, leída y popular.
Pondríamos en su lugar a una de sus lectoras, Toni Morrison, escritora, que
ambienta su Beloved en el sXIX, que
fue a la universidad a los dieciocho años y que trabaja su estilo a la manera
del realismo mágico. No es de fácil lectura, no inspira demasiada compasión la
esclava fugitiva que mata a su hija por amor y la culpa la hace convivir con su
fantasma hasta la locura. Alta literatura, compleja en su lenguaje, rica de
procedimientos, en torno a un drama básico y archiconocido.
De Jaeggy, no
tenemos nada que decir, sólo preguntarnos si La ciudad y los perros tuvo más lectoras que lectores Los hermosos años del castigo, pero la
respuesta no la tiene nadie.
Nothomb figura
en la lista, merecidamente, pero con una novela sobre trastornos alimentarios. Este parece ser un
tema exclusivamente femenino, abordado por editoriales pedagógicas, como en su
momento lo fue el sida y los comportamientos adolescentes. Textos fáciles
escritos por encargo por editoriales de manuales escolares. Facilitadores de la
tarea para docentes incómodos. De Vigan también lo hace, discursiva y
palabrera. Sobre el tema mejor lo hace Cielo Latini, en Abzurdah, superéxito en su momento, pero testimonio de vida, así
que, descalificado en este canon.
Nothomb practica
el golpe de efecto en Diarios de
golondrina, juega con la sorpresa, crea un personaje mujer sicario,
justificado psicológicamente, pero que en el fondo sigue siendo una chica
sensible y leal. En Antechrista
bordea el terror y la dominación entre chicas adolescentes, humilla a los
adultos estúpidos y en Attentat
resuelve un retruécano sobre la belleza y la cosificación con maestría. Creo
que es este el recomendado a los varones en nuestro modesto parecer. Pero como
escribe breve agregaríamos el de las amigas, Antechrista, ya que estamos bastante desparejos en el rubro
“novelas de iniciación”. Amélie es joven y muy bella, lo que la hace
especialmente terrorífica.
No creo tener
nada para decir de Ms Marvel, comic.
Sólo que es pareja del capitán Marvel. Debe tener ya muchos lectores.
La lista se
cierra con Bonjour tristesse. Digamos
que la novela no es anglosajona, no es protagonizada por un adolescente, en la
iniciación sexual está con alguien mayor pero superior, el ambiente es burgués
y de vacaciones y por supuesto no tuvo el prestigio de El cazador oculto. ¿Cuál es el índice de banalidad de cada una de
estas novelas?
Clarice, sí, un
sí grande como una casa, como un castillo o una metamorfosis.
Quizá ya sea
tiempo de mencionar cuáles deberían, en este juego infinito, agregarse a la
famosa lista. Bellefleur, de Joyce Carol
Oates, candidata al Nobel, una enorme novela (también una escritora puede ser
farragosa fuera de la gran novela de mercado) que tiene pretensión de ocupar
ese puesto de “gran novela americana”, que es ya casi un género. Se supone que
dicha novela es muy larga y contiene todos los elementos que componen el ser
nacional de ellos, Dos Passos, Hemingway, Fante, Pynchon, Franzen, Auster,
Foster Wallace y todos los que usted quiera. Bien, aquí hay una chica,
(develemos que Leah nace con un minipene
que es rápidamente rebanado por la comadrona) la gran protagonista, en la que hace eje un
familión, compuesto por todos los parientes imaginables, en un caserón, que
sufre todos los avatares que un topos pueda sufrir. Amores, niños, secretos,
épicas, crímenes, pecados y mentiras atrapantes, sí. Una gran novela del… ¡realismo
mágico! (calificativo que compite aquí con gótico, si ello pudiera darse en el
nuevo mundo) Otra vez como si ese estilo, lenguaje, receta, se llevara bien con
lo femenino (dicen que G. Márquez es el escritor que mejor comprende a las
mujeres y J. Donoso también, en versión más oscura, claro.)
Doris Lessing
–sí premio Nobel- también tendría un lugar. Pero con una novela breve: El quinto hijo. ¿Mérito? Iluminar la
maternidad desde un ángulo poco usual. Lean.
Última
recomendación: Agota Kristoff, una pesadilla hecha novela. El gran cuaderno, dos niños (¿niños?), una abuela, la guerra.
Escritura sin aspavientos, seca y apasionante. Cala en el inconsciente como un
cuento tradicional. No sabemos por qué, acierta en los fondos oscuros de lo
humano como pocos.
Queda decir que aquí
casi no se habla de procedimientos, sólo de contenidos. La narrativa femenina
ha sido analizada en busca de especificidades atribuibles al género del autor y
se hecho la deducción de que recorridos culturales tan desparejos han de dar
resultados igualmente divergentes. También ha sobrado la frase “escribe como un
hombre” sin que se sepa muy bien qué sea eso, aunque el propósito es siempre
adulador. Sólo se puede leer, encontrar analogías, repeticiones, paralelos
entre las obras de un período, una lengua, una temática. La lituana Biruté
Ciplijauskaité (La novela femenina
contemporánea (1970-1985) Hacia una tipología de la narración en primera
persona, Anthropos, Colombia 1998), en Wisconsin ha desarrollado
investigaciones sobre la narrativa de mujeres, en lengua española, en la década
70/80 del siglo veinte.
C. encuentra que
el procedimiento básico de la escritura femenina en su campo de búsqueda es la
subversión. Contra el logocentrismo, también llamado falogocentrismo. La
palabra sobre la sintaxis, el derecho a balbucear, la escritura oscilando a lo
poético. Menciono El amor del lobo y
otros remordimientos de Cixous, Cassandra
de Christa Wolf. A la manera de ciertos libros de Pascal Quignard, a menudo
novelista convencional, algo como filosofía poética con retazos narrativos.
Pero esto se
torna demasiado serio. La otra opción es poner los brazos en jarra y exclamar:”¡Todavía
seguimos con eso!”
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