sábado, 24 de marzo de 2012

Morvoz: Entre el clero y los temblores...


Para variar estamos con el descontento general de hospedar a una visita indeseable, protector de aberraciones, ignorante de sufrimientos, provocador, ex nazi y vaya usted a saber qué más. Costándonos un dinero que bien se pudo haber ocupado en otra Estela de Luz, ja, no, perdón, en algo útil. El pinche Papa. Además con los sustos de los sismos: tierra que se revuelve porque ya la tenemos hasta la madre (también por esas cosas de las placas tectónicas. Comprensible desde cualquier ángulo.

Esperando pacientemente el fin del mundo, de los tiempos actuales, de los conocidos. Sigamos despegándonos de la televisión con sus estéticas de silicón e implantes, apaguemos el aparato transmisor y encendamos un libro o mil.

Allá nos vemos, procuremos no tan Más allá.

Abrazos. Fornique pecando o ignore su instinto.
Hoy sábado 24 de marzo nos vemos en el Mixtlán por Reforma con la banda agathoclitoriana, cerca de Garibadi a las tres de la tarde
Mañana Domingo con vemos en el Foro Cervantes a las cuatro de la tarde con Claudia Contreras




Revista Morvoz No. 117, año II (23-3-12)



Iconografía erótica en las iglesias románicas
Por P. Rodríguez
Conociendo la mentalidad de la Iglesia católica en lo que a materia sexual se refiere, y las enseñanzas y advertencias que a lo largo de los siglos ha venido inculcando a sus fieles sobre los vicios de la carne, sería en uno de sus templos el último rincón donde a muchos se les ocurriría buscar el más mínimo vestigio de sexualidad o erotismo. Sabido es que los lujuriosos, según Dante y su Divina Comedia, tienen un lugar reservado en el segundo círculo del infierno, donde serán duramente castigados y donde terribles tormentas vapulearán sus almas sin descanso. Sin embargo, en algunas iglesias europeas de estilo románico (s. XI, XII y parte del XIII) son frecuentes las escenas con alto contenido sexual: hombres y mujeres exhibiendo su sexo, masturbaciones, felaciones, penetraciones en las más variadas posturas, zoofilia… alternándose en ocasiones con otras situaciones que representan las costumbres de la época, como cacerías banquetes o fiestas. Por lo general aparecen en los canecillos (cabezas de viga donde se sujetan las cornisas) exteriores, pero también se pueden encontrar en el interior. Los estudiosos del tema tienen varias hipótesis para explicar la existencia de estas curiosas y enigmáticas figuras. Tal vez lo que se pretendía era incentivar a las parejas para que tuvieran relaciones sexuales con el fin de procrear, ya que debido a las continuas guerras, a las enfermedades y al hambre, la población era escasa. Cabe también la posibilidad de que tuvieran un fin moralizante. El románico es un estilo cargado de simbología, y puede ser que con las explícitas representaciones, la Iglesia intentara advertir a la sociedad (analfabeta en su mayoría e incapaces de leer las Sagradas Escrituras), que ese camino de lujuria era justo el que no debían seguir. O todo lo contrario, y el hecho de que estén situadas en los lugares más altos de los templos, símbolo de una vida superior, pretendía indicarles el modo de alcanzar la perfección. O quizás, simplemente, la explicación sea que la sociedad de entonces vivía su sexualidad con la más absoluta normalidad; formaba parte de su cotidianidad y así la representaban los artistas. Sea cual sea el motivo, lo cierto es que ahí están, desafiando al paso del tiempo y a la censura, a pesar de que en otras épocas los clérigos alentaban a los feligreses para que las apedrearan. Mostrándonos sin ningún pudor sus atributos y sus conocimientos en materia amatoria. Mirándonos, incluso, con más curiosidad que nosotros a ellos. Asombrados, tal vez, de las mentalidades que en lugar de abrirse, adaptarse y evolucionar... retroceden. Preguntándose qué es lo que nos extraña tanto. 
Impensable que hoy, ni siquiera para advertirnos del "pecado", la Iglesia permitiera algo así en sus templos.









Las dos imágenes se encuentran, una frente a la otra, en la Colegiata de San Pedro de Cervatos (Cantabria, España). La mujer casada (con toca) muestra su sexo con las piernas levantadas. El hombre, que también aparece mostrando el suyo, se lleva las manos a la cabeza...



 

El canecillo de la izquierda se encuentra en San Miguel de Fuente Dueña (Segovia), y la pareja masturbándose de la derecha en Santillana del Mar (Cantabria)


 

Las figuras de la izquierda pertenecen a la iglesia de San Pedro de Cervatos, y las de la derecha están en la Colegiata de Santa Juliana, Santillana del Mar (ambas en Cantabria).  
Estas dos figuras se encuentran en el interior de la Iglesia de Sainte-Radégonde (Viena). La mujer exhibe su vulva, posiblemente ofreciéndose a alguno de los hombres de los canecillos contiguos que muestran también su sexo.



Las imágenes son de



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Ixia Gracida, Fotografías
http://yxialonshain.artelista.com/ 
De la serie Eros es amor, 2009














“Eros es amor”, es el título de la serie de Isela Gracida; metáforas sublimes que nos incitan a navegar por los abismos y paisajes del cuerpo humano, discurso con imágenes que esperan la sonrisa del espectador. Obra fotográfíca que se puede consultar en el sitioartelista.com, un espacio para el arte visual.



Israel Soberanes



Isela "Yxia" Gracida. Licenciada en Ciencias de la Comunicación con una especialidad en producción de radio y televisión. Colabora en algunas publicaciones ('Lírica de enanos', Revista 'Arca' de literatura y filosofía) y desde hace más de diez años en la publicación independiente 'Molino de Letras' del Estado de México. Formó parte del equipo fundador de Omega Experimental, radio ciudadana. Se desarrolla en las áreas de diseño y fotografía tradicional y digital; ha sido profesora de diversas materias que involucran a la comunicación en nivel bachillerato y licenciatura. Imparte talleres sobre Fotografía, Comunicación Organizacional y Cómo hablar en público. 



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Delicatessen


Del cuello, hasta el sexo
pulso y escalpelo recorren tu silencio.
Apalanco en mis manos tus costillas
hasta mostrarte como granada en primavera.
Mi saliva sedienta escurre hacia tu pecho
y se confunde con tu rojez aún cálida,
lo sé, la siento; por poco se te escapó un latido
a mí apenas me traicionó un jadeo.
Pero con dedos firmes, casi tiernos
buceo en el laberinto húmedas maravillas
para encontrarme con un manjar tras otro:
desde el espasmo aterrado de tu vientre,
hasta el grito apresado en la garganta.
Y, para el final, (no podía ser de otra manera)
tu corazón marinado en vida con paciencia
hasta el punto perfecto,
en que lleva mi nombre.


Assul Odette 

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Otros demonios:
La casa de las bellas durmientes, Yasunari Kawabata (1899-1972)


“Tranquilamente, ahora, contempló su rostro y su cuello. Era una piel destinada a absorber un débil reflejo del carmesí de las cortinas de terciopelo. Su cuerpo había sido tan usado por los clientes ancianos que la mujer de la casa la había descrito como «experimentada», y no obstante, era virgen. Ello se debía a que los hombres eran seniles y a que la joven estaba tan profundamente dormida. Tuvo pensamientos casi paternales mientras se preguntaba qué vicisitudes esperaban en los años venideros a esta muchacha hechicera. Sus pensamientos probaban que también Eguchi era viejo. No cabía duda de que la chica estaba aquí por dinero. Tampoco cabía la menor duda de que para los ancianos que pagaban este dinero, dormir junto a semejante muchacha era una felicidad fuera de este mundo. Como la joven no se despertaría, los viejos huéspedes no tenían que sentir la vergüenza de sus años. Eran completamente libres de entregarse sin limitación a sueños y recuerdos de mujeres. ¿No era eso por lo que no dudaban en pagar más que por mujeres despiertas? Además, a los ancianos les inspiraba confianza saber que las muchachas dormidas para su placer no sabían nada de ellos. Tampoco los ancianos sabían nada de las chicas, ni siquiera cómo iban vestidas, para que nada diera indicios de su posición y carácter. Los motivos iban más allá de cuestiones tan simples como la inquietud sobre complicaciones ulteriores. Eran una luz extraña en el fondo de una profunda oscuridad.”

Kim El beso



Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica
primero uno a uno como una hilera de gruesas gotas
anchas gotas dulces cuando empieza la lluvia
que revientan como claveles de sombra
luego de pronto todos juntos
hundiéndose en tu gruta marina
chorro de besos sordos entrando hasta tu fondo
perdiéndose como un chorro en el mar
en tu boca oceánica de oleaje caliente...




besaré tus mejillas
tus pómulos de estatua de arcilla adánica
tu piel que cede bajo mis dedos
para que yo modele un rostro de carne compacta idéntico al tuyo
y besaré tus ojos más grandes que tú toda
y que tú y yo juntos y la vida y la muerte
del color de la tersura
de mirada asombrosa como encontrarse en la calle con uno mismo
como encontrarse delante de un abismo
que nos obliga a decir quién somos
tus ojos en cuyo fondo vives tú
como en el fondo del bosque más claro del mundo
tus ojos llenos del aire de las montañas
y que despiden un resplandor al mismo tiempo áspero y dulce
tus ojos que tú no conoces
que miran con un gran golpe aturdidor
y me inmutan y me obligan a callar y a ponerme serio
como si viera de pronto en una sola imagen
toda la trágica indescifrable historia de la especie
tus ojos de esfinge virginal
de silencio que resplandece como el hielo
tus ojos de caída durante mil años en el pozo del olvido






besaré también tu cuello liso y vertiginoso como un tobogán inmóvil
tu garganta donde la vida se anuda como un fruto que se puede morder
tu garganta donde puede morderse la amargura
y donde el sol en estado líquido circula por tu voz y tus venas
como un coñac ingrávido y cargado de electricidad
besaré tus hombros construídos y frágiles como la ciudad de Florencia
y tus brazos firmes como un río caudal
frescos como la maternidad
rotundos como el momento de la inspiración
tus brazos redondos como la palabra Roma
amorosos a veces como el amor de las vacas por los terneros
y tus manos lisas y buenas como cucharas de palo
tus manos incitadoras como la fiebre
o blandas como el regazo de la madre del asesino
tus manos que apaciguan como saber que la bondad existe



besaré tus pechos globos de ternura
besaré sobre todo tus pechos más tibios que la convalecencia
más verdaderos que el rayo y que la soledad
y que pesan en el hueco de mi mano como la evidencia en la mente del sabio
tus pechos pesados fluidos tus pechos de mercurio solar
tus pechos anchos como un paisaje escogido definitivamente
inolvidables como el pedazo de tierra donde habrán de enterrarnos
calientes como las ganas de vivir
con pezones de milagro y dulces alfileres
que son la punta donde de pronto acaba chatamente
la fuerza de la vida y sus renovaciones
tus pezones de botón para abrochar el paraíso
de retoño del mundo que echa flores de puro júbilo
tus pezones submarinos de sabor a frescura
besaré mil veces tus pechos que pesan como imanes
y cuando los aprieto se desparraman como el sol en los trigales
tus pechos de luz materializada y de sangre dulcificada
generosos como la alegría de aceptar la tristeza
tus pechos donde todo se resuelve
donde acaba la guerra la duda la tortura
y las ganas de morirse



besaré tu vientre firme como el planeta Tierra
tu vientre de llanura emergida del caos
de playa rumorosa
de almohada para la cabeza del rey después de entrar a saco
tu vientre misterioso cuna de la noche desesperada
remolino de la rendición y del deslumbrante suicidio
donde la frente se rinde como una espada fulminada
tu vientre montón de arena de oro palpitante
montón de trigo negro cosechado en la luna
montón de tenebroso humus incitante
tu vientre regado por los ríos subterráneos
donde aún palpitan las convulsiones del parto de la tierra
tu vientre contráctil que se endurece como un brusco recuerdo que se coagula
y ondula como las colinas
y palpita como las capas más profundas del mar océano
tu vientre lleno de entrañas de temperatura insoportable...




besaré tu sexo terrible
oscuro como un signo cuyo nombre no puede decirse sin tartamudear
como una cruz que marca el centro de los centros
tu sexo de sal negra
de flor nacida antes que el tiempo
delicado y perverso como el interior de las caracolas
más profundo que el color rojo
tu sexo de dulce infierno vegetal
emocionante como perder el sentido
abierto como la semilla del mundo
tu sexo de perdón para el culpable sollozante
de disolución de la amargura y de mar hospitalario
y de luz enterrada y de conocimiento
de amor de lucha a muerte de girar de los astros
de sobrecogimiento de hondura de viaje entre sueños
de magia negra de anonadamiento de miel embrujada
de pendiente suave como el encadenamiento de las ideas
de crisol para fundir la vida y la muerte
de galaxia en expansión
tu sexo triángulo sagrado besaré
besaré besaré
hasta hacer que toda tú te enciendas
como un farol de papel que flota locamente en la noche.





Fotografía: Eric Marváz





Fragmentos del poema Besos, de Tomás Segovia

Éric Marváz 


  

 

 

Si poesía eres tú

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