EN EL AÑO DEL DRAGÓN 4079
A Gabriela Fernández, quien se prepara a festejar su año
Por Óscar Wong
Este lunes 23 de enero inicia el año nuevo chino 4079, dedicado al dragón, signo de abundancia, fertilidad (la misma fuerza de la naturaleza, representada por los 5 elementos). Esta mítica fiera fue adoptada en China desde lejanos tiempos como emblema del Este y tal adopción podría constituir un reconocimiento al lugar de su origen. El dragón (“long”) es renovador de la energía vital (“chi”) y por lo tanto sacudirá con fuerza todo lo que debe removerse, acaso por ello algunos augures pronostican catástrofes, debacle económica y política incluso. Hay quienes añaden el fin del mundo a finales del año 2012 (aunque el ciclo del dragón de agua, preciso, concluirá el 9 de febrero del 2013, año de la serpiente, imagen considerada como un bebé dragón). Por supuesto que un nacimiento implica dolor y alegría, pero en el fondo todo es positivo. Así pues, no hay que temer del todo al dragón, porque aunque primordialmente es símbolo de fuego, el agua aplacará esa furia.
Según mis ancestros chinos, esa mítica bestia originalmente fue un tótem entre los pescadores de la costa oriental del continente. No debe asombrar que el mito surgiera en una tribu de marinos, quienes desde tiempos pretéritos advertían un presagio de tormenta al observar las nubes alargadas, rasgadas por el viento, en lo alto de un cielo claro (si alguien con imaginación contempla tales nubarrones, notará que son verdaderos dragones volando velozmente por el firmamento). Las lluvias torrenciales y los vientos inclementes indicaban que esos reptiles alados de la víspera arrastraron tras de sí la tempestad. “Y, ¿qué puede hacer una tribu primitiva con un ser tan poderoso como para disponer de nuestras vidas, que no sea reverenciarlo como a un dios?”, se preguntan los redactores del No. 49 de la Gaceta de la Comunidad China de México (enero-febrero de 1988).
La misma publicación destaca que en 1115 a . C., Zhou Gong Dan, hermano menor de Wu Wang –fundador de la dinastía Zhou del Este, y por tanto tío de Cheng Wang, el nuevo emperador–,marcha al oriente para sofocar la rebelión de Wu Geng, hijo del emperador de la dinastía Shang, y ampliar los dominios de la antigua China. Después de tres años vuelve victorioso a la capital y trae el nuevo conocimiento de un animal sobrenatural, valioso para el pueblo campesino, capaz de acarrear la lluvia y hacer las tierras productivas: el dragón.
Paulatinamente la gente empieza a olvidar a Fei Lian, el Conde del viento, a quien anteriormente le pedían la lluvia. El dragón fue tomando símbolo de poder y grandeza; representa las mejores virtudes del hombre, por eso a partir de la dinastía Ming los emperadores fueron considerados “hijos del cielo” (dragonescon forma humana) y la elegante figura de esta fabulosa criatura se convirtió en el signo de identificación de China, la más vasta y antigua cultura del mundo y del más poderoso imperio del medioevo.
En el libro Dragones (Skiros, Méx., 2009), D. J. Conway explica que esta figura es representada como serpientes enormes (sin alas y con alas); muestran dos o cuatro patas, con colas puntiagudas en forma de punta de flechas. Algunas historias agregan cuernos enroscados, otros, antenas largas como las de las polillas; en el ámbito occidental, la palabra dragón proviene de la palabra griega drakon y del latín draco.“Drakon proviene de un verbo que significa ver, observar o, posiblemente, destellar.” (Conway, op. cit. : 11)
La escritora continúa analizando esta relevante figura mítica: “En la astronomía, la antigua constelación de Draco está en los cielos del norte y se tuerce en un patrón curvo entre la Osa Menor y la Mayor. Termina en la Cabeza del Dragón, un trapezoide de cuatro estrellas. La estrella Draconis es una doble estrella brillante. La constelación probablemente ha cambiado durante los milenios y pudo haber sido una vez la estrella polar con la cual estaba alineada la pirámide de Keops”. (op. cit.: 19). La autora comenta además que esta figura también ligada a la alquimia (la materia, el cuerpo físico) y al inconsciente (según Jung los alquimistas imaginaban al dragón alado como hembra: el dragón de agua personificaba el yang abrazando al yin, como crecimiento espiritual equilibrado).
“En el simbolismo taoista chino, el dragón era visto como “el Camino”, es decir, el portador de cambios eternos. A menudo era representado como el guardián de la Perla Ardiente, o la perfección espiritual. Joseph Campbell también habla del dragón o serpiente alados como el equilibrio entre la Tierra y el Espíritu. Para los chinos, el dragón era un poderoso símbolo de la suerte y el poder. Se usaban amuletos de plata en forma de dragones para obtener estas cualidades” (Dragones: 17). La autora norteamericana, de ascendencia irlandesa-germana con raíces indígenas, exterioriza que el dragón con patas se asocia con la creación o con el acto de generar vida. “En todo el mundo se relaciona a la Diosa o Gran Madre con serpientes, dragones y espirales. Como el gran dragón ballena, Ishtar, que causó la inundación catastrófica que hizo posible que se desarrollara un nuevo orden de seres humanos. Tiamat de Mesopotamia era la dragona creadora Madre de cuyo cuerpo surgió el cielo y la Tierra. En todo el mundo, los dragones y las serpientes son símbolos de la fuente de energía de la vida, la sanación, los poderes proféticos, la fertilidad y la bendición maternal” (op. cit.: 19).
Conway recuerda que H, P. Blavatsky expone en sus libros que el animal del cual nos ocupamos es un signo muy antiguo de la Luz Astral o el Principio Primordial. Esto significa que en el caos siempre hay sabiduría, incluso si la gente no puede verla. El dragón representa además la regeneración psíquica y la inmortalidad. “Quizás las historias que insistían en que los dragones tenían debilidad por las vírgenes simplemente significaban que la búsqueda de la sabiduría y la verdadera inocencia del espíritu eran rasgos que atraían a los dragones” (op. cit., ibid.). “En algunas culturas, a los iniciados se les llamaba dragones o serpientes. Los sacerdotes de Egipto y Babilonia se hacían llamar los Hijos del Dios Serpiente o los Hijos del Dragón. Incluso los druidas de los celtas hablaban de ellos como serpientes”. El tema también es abordado por Anne Baring y Jules Cashford enEl mito de la diosa (Méx., 2005). Por supuesto que el dragón no puede ser catalogado como maligno, pese a que su figura fue anatemizada por la Iglesia judeocristiana en un intento por acabar con las antiguas creencias, con la antigua sabiduría de la diosa Madre. Muchas deidades y símbolos ancestrales también fueron vinculados con el demonio (llamándolo Dragón), incluso el dios Pan y el dios Cernnunos fueron señalados como Satán.
El conde del viento o Fei Lian; para mí es un elemento substancial no sólo en mi poesía sino en la vida cotidiana. El viento me remite al hálito cósmico, al espíritu celestial, a los ocho trigramas que aparecen combinados en el I Ching de mis ancestros. Es esa dimensión donde se esparce la voz poética, donde surge la Luz (“para cantar escucho el ritmo lento del silencio,/ para amar me sumerjo en el vacío”). Recordemos, en principio, los orígenes de la Poesía como secreto extraviado o rito antiguo, ancestral, experiencia y testimonio ante la hoguera, recuerdo de una fe olvidada, derrumbada por la hostilidad del universo que nos circunda. Después de todo, reconozco que “yo desperté a la serpiente,/ yo vi temblar al unicornio,/ yo desaté al dragón enfurecido”.
Todas las cosas arden si te miro.
Todas las piedras germinan si te amo.
Óscar Wong
http://poesiadewong.blogspot. com
Todas las piedras germinan si te amo.
Óscar Wong
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